Un día, cuando mis hijos crezcan lo suficiente para entender la lógica que motiva a los padres y madres, yo habré de decirles: “Os amamos lo suficiente como para preguntaros a
dónde ibais, con quién y a qué hora regresaríais. Os quisimos lo suficiente para no habernos quedado
callados y haceros saber, aunque no os gustara, que aquel nuevo amigo no era
buena compañía. Os amamos lo suficiente para haceros pagar las
golosinas que habíais robado del supermercado y obligaros a decírselo al
dueño. Os quisimos tanto como para dejaros asumir la
responsabilidad de vuestras acciones, aun cuando el castigo era tan duro que
nos partía el corazón. Y, ante todo, os amamos lo suficiente para deciros
‘no’, cuando sabíamos que así podríais odiarnos (y en algunos momentos
sabemos que lo hicisteis)” Y cualquiera de estos días, cuando nuestros nietos crezcan para
entender la lógica que motiva a los padres y madres, cuando ellos les
pregunten si sus padres eran malos les dirán: “Si eran malos, los peores padres del mundo... Los
otros chicos comían golosinas en el desayuno, y nosotros teníamos que comer
cereales, huevos y tostadas. Los otros chicos bebían refrescos y comían
patatas fritas y helados en el almuerzo, y nosotros teníamos que comer arroz,
carne, verdura y frutas. Ellos tenían que saber quiénes eran nuestros
amigos y qué hacíamos juntos. Cuando todos podían volver tarde por la noche
con 12 años, tuvimos que esperar hasta los 16 para hacerlo, y se levantaban
para saber si la fiesta había estado bien (Sólo para ver en qué estado
veníamos). Por culpa de nuestros padres nosotros nos perdimos inmensas experiencias en la adolescencia. Fueron los responsables de que ninguno de nosotros se viera envuelto en problemas de drogas, robos, actos de vandalismo...¡Todo fue culpa de ellos!” Ahora que somos adultos, honestos y educados, estamos haciendo lo
mejor para ser ‘padres malos’, como lo fueron nuestros padres. Y creo que
este mundo lo que necesita es... más padres malos. ¡No hay suficientes! |